El respeto por sus convicciones, así como su pasión y entrega por el arte han generado en él, un pensamiento enfático que deriva en una creación plástica consistente y siempre propositiva. Su talento creador abarca grabado, pintura, escultura, mural y escenografía, celebrando ya en 2007 una trayectoria ininterrumpida de 30 años de trabajo profesional.
Nació el 12 de abril, de 1947 en la Ciudad de México y se descubrió artista desde los catorce años. Realizó sus estudios profesionales en la Academia de San Carlos, hoy Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, de 1965 a 1970.
Como una consigna, las obras de su primera etapa (1977-1985) fueron postales muy urbanas llenas de sátira a la pobreza humana, unas veces a la económica, otras a la espiritual. En ese entonces el color y la forma en su gráfica recreaban ambientes similares a los grabados negros de Goya. La colección Personajes reúne todas las características de esta singular producción.
Después, en la búsqueda de un desarrollo y crecimiento conceptual se inclinó hacia la acuarela, elaborando temas muy parecidos a los anteriores, pero de inmediato abordó también el óleo y decidió incorporar imágenes femeninas para matizar las atmósferas. Símbolos es la gran exposición temática que ejemplifica este periodo. Los formatos empleados llegaron hasta los dos metros o más, en tanto la figura femenina se incorporó de manera notable.
Hacia 1987 la evolución del maestro Julio Chico se radicalizó y consolidó respecto al color, la temática y el formato. En la nueva obra todo se volcó hacia el origen de nuestra raíces, la búsqueda de la cultura prehispánica.
Apareció en sus cuadros la simbología de las deidades de nuestros antepasados, material que constituyó la magna exposición Homenaje al Valle de México, en 1993. En ésta se reunieron principalmente óleos de gran formato y estupendo colorido, donde se rescata la mexicanidad. Los volcanes de la otrora región más transparente son los personajes fundamentales de esta obra.
Poco más adelante, como respuesta a muchas interrogantes acerca del sincretismo de nuestra gran cultura, en 1996 surgió la serie de acrílicos y óleos sobre tela denominados Almas Fracturadas, los cuales formaron parte de su primera presencia en el Museo de Arte de Querétaro.
Ahí, entre colores marrón, naranja, azul, rojo y amarillo, fundidos en texturas ásperas pero a la vez vibrantes, Julio Chico narra el doloroso y complejo proceso del mestizaje, los ultrajes de la colonia hasta que se formó la nueva civilización, la cual aún no pierde sus prejuicios y marginalidades. Describe como ningún otro artista el encuentro de dos culturas.
Luego, con la seguridad que únicamente puede dar el equilibrio entre la técnica, el pensamiento y el sentimiento, la producción del artífice salió del lienzo y del primer plano para incursionar en la escultura. Generó entonces la colección Raíces.
Sus trabajos en esta disciplina son imponentes, monumentales. La Defensa, Dualidad y Mujer Aguila, Quetzalcóatl Cósmico, Chacmol, Coatlicue y Tláloc, son prueba fehaciente de ello y nos acercan apenas un poco el vigor y el rigor que imprime a todos sus trabajos.
En relación a estos conceptos, desde sus inicios, Julio Chico siempre ha buscado ser un artista completo sin importar la disciplina o técnica, se exige a sí mismo que todo trabajo tenga el mismo nivel de excelencia, pero muy especialmente exige dignidad en todas las facetas de su producción. Es sin duda, un artista comprometido.
Hoy con la madurez que le caracterizan y motivado por sus “monstruos” o “demonios” como él mismo llama a sus inquietudes y pensamientos creativos, dotado además, por una gran sinergia interna, se ocupa del Universo, de las fuerzas que lo mueven, aquéllas que a nosotros nos conmueven.
Los Planos de Euclídes, la Geometría Espacial, la Gravedad, la Luz, el génesis y la muerte de las estrellas, los Hoyos Negros, las Galaxias, el Polvo Cómico, el Bing Bang, en fin todo aquello que intriga y que a la vez fascina al hombre, son el tema de su nueva colección de escultopintura y obra gráfica denominada Cosmovisión, 25 años luz, título que juega además con las palabras, en un intento por dar la justa dimensión de una artista cuya vida y libertad creadoras son un legado natural, un viento inmarcesible... presencia y energía de Julio Chico.
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